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Recuerdos de un transportista de Almagre

Rosal: un viaje cargado de memoria

No es fácil trasmitir lo que significa esta persona que jugó un importante papel en la vida de los vaqueros de alzada a Torrestío. Casado con una vaquera, momento desde el cual se unió a los vaqueros que alzaban a las tierras babianas de Torrestío: primero caminando con cuatro ovejucas y con aquelles vaques  pintes que no se adaptaben, luego, como camionero transportando mineral de la mina de almagre que tanta vida y movimiento diera al pueblo. Entre viaje y viaje del ferroso mineral, Rosal aprovechaba para ir llevando y trayendo animales y vaqueros, al tiempo que recogía multitud de historias y vivencias que se fueron agolpando en su memoria y que hoy revive para nosotros.

Rosal, ¿Cómo empieza tu relación con Torrestío?

- Vivía al lado de los vaqueros de Castiello. Siempre tiré a casería. Cuando me casé con Selita en el año 1958 no había mina, íbamos con les vaques pa casa la güela Engracia. La primera vez que fuimos con vaques decía que nun volvín, eran vaques pintes y allí nun hacían nada. Yo reconocíalo, pero gustábame tanto el puertu….

¿Cuándo empezaste con el camión?

- Cuando empezó la mina; hubo un cambio importante en Torrestío. Pocos pueblos habría en España que tuvieran tantos camiones, habría trece o catorce. Teníanlu los de Loro, Nemesio el hermano de Arturo, Gonzalo, Bautista, Jesús de Bobes, José el de María Nolo, Baudilio, Juaco Genaro y muchos más que ya no me acuerdo.

- Recuerdo una de las historias del camión, era un Pegaso 4 ejes, aquel camión cuando quedaba sin aire quedábase bloqueau, que aunque lo remolcases iba de arrastro. En el alto la Fornica (mina) yo quedaba sin frenos y tenía que posame a forralu pa dar pa tras con el 80% mirando al lago. La fornica era lo último arriba del todo, donde se subía a cargar y daban preferencia a los que subían a cargar allí y tenían que andar un cachu de cabeza y otru de culo, por eso tenía que forralu pa dar para atrás enderezalu pa dar las curvas… (Los camiones que subián a la Formica recibían preferencia para cargar al día siguente, es decir, no tenían que esperar cola).

¿Acuerdaste de los camioneros y si vivirá alguno de los que subían al mineral?

- Alfredín el de Teverga murió. Yayo no sé, era panadero. Los Picatos. Los Moricos, Vicente y Manolo. Gelín el de Caleya y Pipo (estos cuatro últimos ya fallecieron). Y de Genestosa venían dos hermanos, los que tienen el surtidor.

Antes en Torrestío pasábamos para arriba y para abajo sin parar, había mucho movimiento…El pueblo era rojo, colorado entero. Parábante pa bajar o subir gente, o pa mandate un paquete, había que tener cuidado cuando llevábamos gente al final echaben multes los guardies.

Acuérdome mucho de Cachero que andaba con un Lancia,de cuando volcó en el cruce de Torrestío. A los ocho días fuimos a sacar las cosas y entre los sacos, con los que se tapaba pa dormir, encontró un sobrucu enrollau con cuarenta mil duros. De aquella había paisanos como tien que ser.¡Que pesaben mucho!

Hay muchas historias que contar. Eran otros tiempos, teníamos más fortaleza, más unión entre los vecinos.

Recuerdo un año, a finales de noviembre o primeros de diciembre, cuando bajé a José y Josefa Xirombo de Torrestío. Yo tenía un Pegaso de cuatro ejes y andaba al mineral. Taba todo cerrao de nieve, no había forma de cruzase dos camiones. Pero de tanto apretar la nieve todos los días pa los laos, la carretera taba estrechísima. Desde la mina a Torrestío nun se podían cruzar dos camiones.

Había una emisora en casa Cesáreo que avisaba cuando bajaba el camión cargao de la mina para que el que estaba esperando pasara, porque no había donde cruzase. Entonces Cesáreo decía: “tengo dos camiones. No hay carga; que no suba”. Cesáreo era el que organizaba el tránsito y al que obedecíamos.

Acuerdome que yo taba en el bar esperando, llegó Ismael de Xiromo y díjome: “tas ahí parau y yo con el ganao aquí, ¿podías llevámelo?”, yo contesté: “voy pa la mina, pero si Cesáreo quiere…”.

Dijo Cesáreo: “la mina es igual con un viaje más o menos, pero esos paisanos aquí non pintan ya nada”, en referencia a José y Josefa Xirombo, los padres de Ismael.

Ismael y yo era lo que tábamos esperando. Y delante de casa Manolín nos pusimos a cargar. Yo no podía parar el camión porque si no, nun arrancaba, así que cargamos les vaques rápido, para que nun bajara ningún camión de la mina y nos viera.

En la conversación nos acompaña Ismael el de Xirombo, quien recordando aquel viaje nos aclara:

“Antes se cargaba el ganao ante casa Maria Nolo, pero había nieve pa tol invierno, la cuña iba apretándolo contra los laos, porque el camión que abría el paso era un Magirus Deutz, de la mina, con tres diferenciales y con cadenes y cargau abría paso por una pared. Pero de tando apretar la nieve todos los días pa los laos, la carretera taba extrechísima. Desde la mina a Torrestío nun se podían cruzar. Cuando un camión no subía venía el Magirus y remolcabalu pa riba y luego volvía a remolcalu hasta el alto.

Yo, díjele a Rosal: nun podemos cargar, él taba donde Casa el Caseru y dijo:cargamos donde esti montón. Yo entendía que pondrías el culu del camión contra el montón pa cargar. Pero no diste vueltes hasta que pusiste el morro contra el montón y el culo del camión pa la carretera. Yo no lo entendía y Rosal dijo: El camión que ta pa rriba, si cargamos pronto no me ve cargar;  que hacía falta que no me viera y si lo vemos venir, paramos y el pasa.

A la segunda vaca que empezamos a cargar con el montón de nieve empezó a resbalar y quedaba ya una altura de la caja al suelu, palos a les vaques y nada y yo decíate : Rosal para el camión, oh! y tu dijísteme trae otra  vaca anda p´aca y calla. Pero llegó un momento en que les vaques ya nun eren pa subir. Y yo¡ para el camión!. Contestó Rosal: “ nun puedu paralu porque después nun arranca”. Entonces levantó un poco el volquete y terminamos de cargar. Na mas cargar dijo: ¡José monta que vamos!

Continúa Rosal:

- Arrancamos, yo con José en camión y detrás iba Ismael en coche con Josefa. En el Puente de los Llamuergos paro y pongo una cadena del lado derecho, y dizme Ismael: “¿Y la otra?”, no la tengo, le digo, y lo peor ye ¡que nun tengo luz! Esto serien les siete de la tarde. Los de Casa Xirombo queríen dar la vuelta, y yo ¡qué va!, ¿dónde?, taba nevando.

Entonces bajose José pal coche y pasaron delante del camión. Bajamos el puertu guiándome por les luces del coche, pero cuando pasamos Páramo yo apenes podía avistalos así que fixeis seña y parelos pa preguntaís si tenín una linterna. Josefa dijo que ella llevaba na bolsa un candil de los de gas.

Encendíolu y colgámuslo na defensa del camión. Ellos diban delante y así yo veía por donde diba la carretera y ellos veíanme detrás para que no pasara por encima de ellos. Alguno recordará la carretera en Teverga, en el Valle Cerezales, las Peñas…. Bueno pues tras seis horas de viaje, llegamos a Parades y con todo el ganao.

Ismael: “Bueno Rosal, hay una cosa que no me apeteció contar antes porque fue mucho, mucho, mucho el peligro y el riesgo que corriste ¿a cambio de qué? El beneficio, si salía, era muy pequeño, porque les nuestres vaques si hubieren quedado en Torrestío no hubiera pasado nada, sin embargo, tu tragísteles con mucho riesgo. Como decía mi madre, si este viaje sal mal ni Rosal vuelve al mineral ni nosotros a Torrestío”. Perdíamos todo lo que teníamos”

Rosal vuelve a contar otra aventura de transporte: Una vez había mucha nieve, Ventana taba cerrao y cargué el ganao de Manuel de Gorín y Leonor y bajamos por Pajares. En el 17% y con aquellas condiciones no bajaba nadie, no se podía frenar, tenía que ir pegando en el muro de la izquierda y con el golpe giraba y después al otro llau; los paisaninos querían tirase, tenían miedo. Hay que no ponese nervioso y dejar que el camión vaya bajando él por sí solo, porque el peso del ganao lu lleva y si te pones nerviosu…

Y añade: Yo de la gente de Torrestío tengo muy buenos recuerdos, había paisanos que pesaben y pesaben muchísimo. Eran responsables de todo. Iban al bar y no esperaben mirando alrededor del mostrador a ver si algunu pagaba... ¡Gústame decir la verdad!.

Otra vez fuimos Ismael y yo a ayudar a Sabino el Pizorro a meter en una escalera a una gocha que pesaría trescientos y pico kilos. La escalera rompió y la cuadra era bajina, así que Ismael iba bien pero yo recuerdo ir todo jorobado pa nun dar arriba (Rosal es alto, más de 1,80).

Rosal, hoy se habla de vaqueros y de vaqueiros, ¿cómo se nombraban entonces a los que iban a Torrestío, vaqueros o vaqueiros?

Yo siempre oí vaqueros y siempre los llamé vaqueros, en casa de Engracia en la Barganiza, era casa de José “el vaquero”. De chavalucos prestábanos salir corriendo cuando llegaven los vaqueros, las vacas con la cencerras al pescuezu, los corderos que iben naciendo por el camin, les alforges cargaes de corderinos y de algún gochu que nun podía andar. Antes… era una esclavitud.

Recuerdo algunos vaqueros de entonces. Uno, de los Cabrilles de Robledo y otro de Pañeda; en Castiello, la primera casa, la de Cándido Campo que tenía una hija casada con Silverio el Toledo. Después ta la casa de Puente; de Alvarín de Rita; la casa de Sixto (Angelín y Pepe); la de Reguera; luego en Robledo la de Ramón el Tropu; la de Madreñes (José Madreñes o el Cardamuzu); Milia Cabrilles que era tía de Luis Gorín…

Nuestro agradecimiento a Rosal, a su mujer Selita y a Ismael, por esta alzada a la memoria. Largo viaje, el de una vida ahora resumida en pocas líneas, bajo el reservado privilegio de haber transportado la principal riqueza de Torrestío en los años setenta: el mineral, el ganado y por encima de todo a sus gentes, ya fueran vaqueros o invernizos.

Gracias Rosal.

Mª Luisa Pola
Asociación Ruta Vaqueros de Alzada de Torrestío (RUVAT )